LA SANGRE DEL PELÍCANO
Aranguren, Miguel; LA SANGRE DEL PELÍCANO; LIBROSLIBRES, Madrid, 2007.
Fantástica novela española (me siento orgulloso de que seamos capaces de hacer aún cosas bellas y que den frutos al resto de la humanidad), y un verdadero thriller, en línea con los mejores. Además, en este caso su originalidad radica en que es un triller espiritual, y libre de aspectos tan falseados y morbosos como los de El Código da Vinci y compañía.
El diablo está cerca, como se observa en los acontecimientos que recorren el mundo entero: los enemigos de la Iglesia se multiplican, y deciden atacar a ésta en su más íntima esencia (además de introducirse en sus mismos miembros): la Iglesia perseguida de China, un convento de clarisas en el Albaicín de Granada, y la misma Roma se verán acechadas por los servidores de Satanás. A su vez, un carismático santón recorre Francia haciendo milagros y mostrándose como el verdadero Mesías, dispuesto también a hundir a la Iglesia de Cristo. Así, varias tramas se irán desarrollando para converger finalmente
El protagonista de la novela (si es que procede decir esto, en una obra tan coral como la que analizamos), el sacerdote italiano Albertino Guiotta, quien ya sobrevivió una vez en su juventud a las manos del mal, junto al comisario Luigi Monticone, deberán llevar a cabo su investigación, y hacer frente a lo que parece un ataque apocalíptico de las fuerzas del averno.
Como podemos observar, es un libro parecido a El Padre Elías. Un apocalipsis. Pero debemos señalar algunas diferencias: en El Padre Elías la trama conduce a un verdadero apocalipsis, al fin de los tiempos; en el caso de La Sangre del Pelícano, la persecución a la Esposa de Cristo es la que se supone previa a un período de esplendor por venir a la Iglesia Católica. Por otra parte, La Sangre del Pelícano está mejor construida como novela que la de Michael D. O'Brien, aunque hay que reconocer que El Padre Elías es más profunda y espiritual que la española. En todo caso, de obligada lectura para todos los católicos y amantes de la buena literatura, ya que no estamos ante un panfleto, sino ante un trabajo bien argumentado, que, para satisfacción nuestra, trata de forma justa a la Iglesia, no manchando su nombre con mentiras.
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