EL ORIGEN PERDIDO
Matilde Asensi; EL ORIGEN PERDIDO; Barcelona, Planeta, 2006.
Fantástica novela de Matilde Asensi, la cual demuestra con creces en esta obra sus grandes cualidades para la literatura de intriga, sobre temas históricos, aunque en este caso la acción transcurre en el momento en que la autora escribió la obra (2003 aproximadamente).
El argumento es el siguiente: el profesor universitario Daniel Cornwall es ingresado en un hospital barcelonés, víctima de una extraña enfermedad, que los médicos no se explican. Dicha enfermedad se basa en la creencia por parte del paciente de que se encuentra muerto, acompañada del olvido total del mundo que le rodea. Su hermano Arnau, hacker y empresario informático, preocupado por lo extraño de la situación, indagará en el asunto, dándose cuenta de que el extraño mal que acosa a Daniel guarda una misteriosa relación con la investigación que éste llevaba a cabo sobre el lenguaje aymara, y una supuesta civilización milenaria, posible origen de la civilización humana.
El libro propone muchas tesis históricas controvertidas. Empecemos a analizarlas:
Una de ellas es considerar que los incas tenían un verdadero sistema de escritura, al contrario de lo que se creía. Este punto sí puede guardar algo de verdad, ya que los quipus y tocapus (cuerdas por un lado, y cuadrados dibujados en textiles y cerámica por el otro) parecen guardar relación con un método de escritura, y no sólo de contabilidad.
La principal, la de situar el apogeo de la cultura tiwanacota (el pueblo aymara, que milenios después sería invadida por el pueblo inca) en el 12.000 a.C. (aproximadamente -en contra de los 1.600 a.C. que otros investigadores le dan de antigüedad-) es bastante peregrina, aunque hay que reconcer que la autora se documenta muy bien. Es cierto que los aymaras de tiempos de la conquista española hablaban de una antiquísima civilización de gigantes, ascendientes suyos, que desapareció a causa de un cataclismo y un posterior diluvio, pero tras esto verdaderamente lo que hay es un sustrato mitológico, que aunque contiene elementos verdaderos (como el diluvio), no hay que tomarse más en serio. Si no, ¿por qué no hay restos de esos hombres gigantescos, de esa primera humanidad? Cierto es que hay en este rompecabezas piezas que no encajan correctamente, como es el famoso mapa del almirante turco Piri Reis, que, realizado en 1513, refleja la cordillera de los Andes, la cual aún no había sido divisada por los españoles: pero esto se explica por la posible utilización por parte de Piri Reis de antiguos mapas de tiempos de Alejandro Magno, que habrían plasmado los conocimientos marinos más avanzados: a nadie se le escapa que América recibió a otros pueblos europeos y asiáticos antes del español. Pero bueno, como es una novela, Matilde Asensi puede aventurarse en las teorías que quiera, está en todo su derecho, faltaría más.
Lo más delicado es la visión que da acerca de la conquista española, ahondando en la injusta leyenda negra sobre nuestra historia. Para ella, la conquista fue un acto cruel, lleno de barbarie. No vamos a decir que en ningún momento se dieran situaciones injustas, ni muchísimo menos, porque sería faltar a la verdad. Pero hay que recordar que la colonización española de América fue mucho más humana que, por ejemplo, la inglesa, los cuales acabaron con los indios casi en su totalidad. En cambio, los españoles nunca esclavizamos a los indios (entre otras cosas, por voluntad de Isabel la Católica), ni obligamos a convertirse al Catolicismo. Por el contrario, fuimos la única potencia imperial (a diferencia de Portugal, Francia, Inglaterra, Génova) que se planteó, en tiempos de Carlos V, para ser más exactos, la legalidad y moralidad de la conquista (se mandó parar en los primeros años de la segunda mitad del siglo XVI), con la famosa Controversia de Valladolid: en ella, aunque se reconoció el derecho de los españoles a llevar a cabo la expansión, se dejó claro que había que dar un buen trato a los indios. Fuimos entonces los españoles los que inventamos los Derecho Humanos, los derechos inherentes al hombe, por el simple hecho de ser hombres; y todo esto fue gracias a nuestros juristas y teólogos: podemos estar bien orgullosos de la conquista de América, y de la evangelización llevada a la práctica, tanto los españoles como todos los católicos, ya que la Iglesia tuvo una actitud ejemplar.
Por tanto, estamos ante una fantástica novela, pero con la que, a pesar de ello, tenemos que ser bastante críticos con la visión de la Historia que refleja.
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