EL LIBRERO DE VARSOVIA
D. O'Brien, Michael; EL LIBRERO DE VARSOVIA; LIBROSLIBRES, Madrid, 2008.
Todos los que nos quedamos impresionados con la lectura de El Padre Elías. Un apocalipsis, estamos de enhorabuena, ya que esta nueva novela es una precuela del famoso thriller espiritual de Michael D. O'Brien. En este sentido, El Librero de Varsovia es menos trepidante que la otra novela, pero filosóficamente tan profunda; literariamente, creemos estar ante un escritor que hará historia, no sólo entre los católicos, sino entre todos los que sepan apreciar la belleza, sin ningún tipo de prejuicios.
Narra el período -ya esbozado en los recuerdos del protagonista de la obra cumbre de D. O'Brien- que David Schäfer (futuro padre Elías), pasó escondido en el invierno de 1942/43 en la librería de Pawel Tarnowsky, tras escapar del Guetto de Varsovia. Allí, el joven judío Schäfer y su católico anfitrión expondrán sus inquietudes y miedos vitales, haciendo un profundo discernimiento de las miserias y virtudes de la vida humana. El autor nos relatará también la vida anterior de Pawel, el sufrimiento que anidó en su interior desde pequeño y la batalla que presentaba su espíritu por encontrar un sentido a la vida, por acercarse a la huella del Padre, del Amor, que a pesar de pensar que no tenía lugar en este mundo, él irá descubriendo en lo más profundo de su ser, y especialmente con la llegada a su vida de quien jugará un papel esencial con la llegada del final de los tiempos, y a quien él salvará la vida.
A primera vista, puede parecer una historia triste, de desesperación; pero no hay más que ver con perspectiva, rascar un poquito, y descubrimos un grito de esperanza, de alegría del hombre ante el inmenso amor que Dios nos tiene, ante lo inescrutable de sus caminos, ante el sentido que adquiere el sufrimiento, tantas veces anónimo, si lo vemos con sus ojos. Un auténtico tratado espiritual y filosófico que nos alimentará el alma, y aumentará nuestra esperanza en un sentido justo de la vida. Por fin hemos despertado los católicos, y estamos oponiéndonos al asedio cultural de los intelectuales que creen hallarse en posesión de la verdad, una verdad siempre contraria a la palabra de Nuestro Señor y, por ende, a nuestra Iglesia. ¡Felicitémonos todos!