Thursday, January 17, 2008

LA SANGRE DEL PELÍCANO

Aranguren, Miguel; LA SANGRE DEL PELÍCANO; LIBROSLIBRES, Madrid, 2007.
Fantástica novela española (me siento orgulloso de que seamos capaces de hacer aún cosas bellas y que den frutos al resto de la humanidad), y un verdadero thriller, en línea con los mejores. Además, en este caso su originalidad radica en que es un triller espiritual, y libre de aspectos tan falseados y morbosos como los de El Código da Vinci y compañía.
El diablo está cerca, como se observa en los acontecimientos que recorren el mundo entero: los enemigos de la Iglesia se multiplican, y deciden atacar a ésta en su más íntima esencia (además de introducirse en sus mismos miembros): la Iglesia perseguida de China, un convento de clarisas en el Albaicín de Granada, y la misma Roma se verán acechadas por los servidores de Satanás. A su vez, un carismático santón recorre Francia haciendo milagros y mostrándose como el verdadero Mesías, dispuesto también a hundir a la Iglesia de Cristo. Así, varias tramas se irán desarrollando para converger finalmente
El protagonista de la novela (si es que procede decir esto, en una obra tan coral como la que analizamos), el sacerdote italiano Albertino Guiotta, quien ya sobrevivió una vez en su juventud a las manos del mal, junto al comisario Luigi Monticone, deberán llevar a cabo su investigación, y hacer frente a lo que parece un ataque apocalíptico de las fuerzas del averno.
Como podemos observar, es un libro parecido a El Padre Elías. Un apocalipsis. Pero debemos señalar algunas diferencias: en El Padre Elías la trama conduce a un verdadero apocalipsis, al fin de los tiempos; en el caso de La Sangre del Pelícano, la persecución a la Esposa de Cristo es la que se supone previa a un período de esplendor por venir a la Iglesia Católica. Por otra parte, La Sangre del Pelícano está mejor construida como novela que la de Michael D. O'Brien, aunque hay que reconocer que El Padre Elías es más profunda y espiritual que la española. En todo caso, de obligada lectura para todos los católicos y amantes de la buena literatura, ya que no estamos ante un panfleto, sino ante un trabajo bien argumentado, que, para satisfacción nuestra, trata de forma justa a la Iglesia, no manchando su nombre con mentiras.

Saturday, January 05, 2008

DEUS CARITAS EST

Benedicto XVI; DEUS CARITAS EST; Librería Editrice Vaticana, 2007.

Magnífica primera encíclica de nuestro Santo Padre Benedicto, en la que trata el tema del amor, y derivado de éste, de la caridad. Como ocurre con la segunda encíclica, Spe Salvis, en ésta también basa sus argumentos en un análisis de las Sagradas Escrituras, y en una perspectiva histórica muy interesante.
En la primera parte del libro hace un análisis de qué significó y significa para el mundo el concepto de amor existente en el Antiguo Testamento, y luego difundido a todo el mundo por la palabra de Cristo: a diferencia de otras culturas circundantes (como en Grecia), en las que predominaba el concepto eros, representante de un amor desbocado, sin control, el Judaísmo, y posteriormente el Cristianismo, defendían un amor representado por la palabra agapé, indicadora de un amor mucho más maduro, purificado por Dios. Pero frente a lo que algunos autores interpretaban como una condena del Cristianismo al amor humano, natural, (como pensaba Nietzche) Benedicto XVI nos demuestra que en verdad se trataba de llevar al eros descontralado, al frenesí, a un verdadero estado espiritual, de grandeza. Este verdadero amor, el agapé, sólo lo puede proporcionar Dios, que es amor en sí mismo; y este amor no se debe quedar sólo en dirección a Dios, sino que debe ser compartido, es decir, debemos amar, a nuestro prójimo, ya que si por el amor que nos tiene Dios, le amamos, y así estamos en comunión con Él, formando una unidad, debemos amar como Él ama, entregándonos a los demás. Por otra parte, nos indica el Papa que sólo puede amar el que recibe amor, el cual lo recibimos y actualizamos de Dios principalmente en la Eucaristía.
La segunda parte de la encíclica trata sobre la caridad, como derivada del amor: si como miembros de la Iglesia, del Cuerpo de Cristo, amamos a nuestro prójimo, esto se debe ver reflejado en la práctica de la caridad tanto de forma individual, como de forma institucional. Así, la Iglesia ha tenido como uno de sus pilares fundamentales, desde el comienzo de su historia, la entrega a los demás, mediante una organización interna. Esto se ha visto mantenido a lo largo de los últimos dos mil años, incluídos los siglos XIX y XX (a pesar de las críticas recibidas por no intentar cambiar las estructuras, en vez de practicar la caridad), en los que la Iglesia Católica, aunque dubitativa, supo adaptarse a las nuevas condiciones históricas traídas por la Revolución Industrial y el desarrollo del capitalismo, y de la economía, con la consiguiente aparición de la clase obrera industrial (y una nueva forma de entender el mundo, las necesidades sociales); así, vemos cómo hoy en día es mucho más aplicable la Doctrina Social de la Iglesia que las teorías revolucionarias surgidas en los últimos tiempos, como el marxismo, el comunismo... Ha quedado claro que la caridad siempre se ha de ejercer, independientemente de si cambian o no las estructuras, porque siempre habrá necesitados materiales, y, lo que aún es más importante, y nunca tuvo en cuenta el marxismo y el comunismo, necesitados espirituales.
No se lo piense dos veces, y lea la Deus Caritas Est, que no se arrepentirá. Los católicos debemos estar bien formados para dar testimonio de nuestra fe, y defenderla como es necesario.


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